Septima palabra de Jesús siendo crusificado.


Séptima palabra de Jesús  siendo crusificado.

" Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".


Aquí vemos el la entrega  confiada de la obra terminada en las manos del Padre y de su Iglesia. La confianza que sostiene toda su acción redentora.

Lucas; 23: 45-46. 45-Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. 46- Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
Vemos lo que sucede antes que Cristo diga la última palabra en la cruz, ya la luz del día el cielo se oscureció y todo fue como si hubieses venido una tormenta y la tierra tembló tan fuerte que se abrió el velo del templo.
Literalmente se había roto por la mitad, lo que implica que el mayor sacrificio, que el cordero entregó a esta tierra estaba realizado.
  En ese momento se estaban  eliminando los límites que eran de  permitir a una persona tener el privilegio de ser capaz de hablar directamente con Jehová.

Puesto que sólo un Sumo Sacerdote muy puro era el que podía entrar al templo y hablar con Dios, en Cristo se rompieron todas las barreras, fueron removidos, todos los límites y por eso hoy tú y yo podemos entrar en la presencia de Dios.

Presentándonos como somos, ya que Cristo en la cruz fue el mayor sacrificio y el más puro, dando su vida por amor a ti y a mí.
Después de eso, todo esto, entonces Cristo le dice a su padre, (Padre, en tus manos confío mi espíritu.
Y habiendo dicho eso, suspiró). Quiero decir, Padre, ya lo he hecho todo, y la humanidad no tiene que esperar a otra persona, estar en tu presencia o hablar contigo, ya no tienes que traer más ovejas o corderos porque el gran cordero perfecto en el cielo y en la tierra fue inmolado.

Ofrezcales como sacrificio de ofrendas agradables a vosotros, y yo hice por todos ellos, acabad, recibidme, me he ido y muerto; Porque su tiempo ya se había cumplido en su totalidad.
Y usted no ha visto, ni habrá un mayor o mejor sacrificio que esté de Jesús dado a muerte para toda la humanidad.

Todos los días en nuestras oraciones podemos confiar nuestras vidas,
nuestro andar y nuestra familia al padre.

Pero aquí está la entrega de lo más precioso que puede tener un ser que es su (Espíritu) "Padre en tus manos  encomiendo mi espíritu".

Esa inclinación de la cabeza indica que el sí pronunciado voluntariamente, deliberadamente,
El gran sí de Cristo a la voluntad del Padre. El sí de la donación de su vida, el amor. Inclinó la cabeza, dio su sí. Se sometió al Padre.


Juan, por lo tanto, ve la muerte de Jesús inundada con su gloria en esa mirada. La humanidad de Cristo sacrificado, glorificado como la comunicación del
Espíritu a través de la humanidad de Cristo.

Jesús en su muerte da su espíritu y nosotros que le estamos dando. ¿Qué cosas preciosas podemos tener que no podemos entregar al Padre.

En este momento toma una decisión y entrega el afán y El cuidará de ti .
Amén .

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